Lo olvidaremos todo, o tal vez no queramos recordarlo. Quizá es que no nos importa, nunca nos importó, aunque cueste reconocerlo. O nos importó en la justa medida en la que nos afectaba o creíamos que nos podía afectar. En cualquier caso lo olvidaremos, más tarde o más temprano lo olvidaremos. Lo que sea que esté ocurriendo dejará de ocupar espacio en el telediario, ya no será portada de los periódicos y ni siquiera merecerá un comentario en una red social. Desaparecerá de la sección de tendencias o de los trending topics, si lo prefieres. Pero ya no existirá. Mejor dicho, ya no ocupará ni un segundo de nuestra atención.
Sé que aún no he mencionado qué es eso que olvidaremos, al menos no de forma explícita. Quizá no haga falta mencionarlo, al fin y al cabo ya está olvidado.
Leía hace unas semanas que la OTAN había votado a favor de la entrada de Finlandia y Suecia en el organismo militar. Todos unidos contra el enemigo común. Y fue entonces cuando pensé que esto también lo olvidaríamos. Que sólo nos acordaremos de la guerra entre Rusia y Ucrania en la medida en la que nos afecte directamente. Es problema de otro, es su problema. Pobres ucranianos y todo eso. De vez en cuando una bandera amarilla y azul en el balcón o en la esquina de la pantalla de la televisión, como para recordarnos que eso sigue estando ahí. Pero poco más. Bastante tengo yo con la inflación y con el precio del hotelito en Benidorm, que me va a salir carísimo lo de plantar la sombrilla en la orilla. Este año nada de comer en el chiringuito, que menudos precios. ¿De qué estábamos hablando?
Los incendios, comentábamos lo de los incendios. Hoy la prensa coloca en portada los incendios que asolan nuestros pulmones, nuestros bosques, nuestros parques naturales. Y lo analizamos mucho, lo pensamos, lo comentamos. Deberíamos limpiar los bosques, fíjate, para evitar incendios. Están descuidados, sucios. Eso arde como la gasolina. Qué desastre. Y tal vez habría que invertir más en sistemas de prevención. Y el calentamiento global, no nos olvidemos del calentamiento global. Todo esto es por el calentamiento global. ¿Qué decías de Ucrania? ¿Y qué de un virus? Ya verás tú el frío que van a pasar algunos en invierno. Ponte otra, jefe, que había un agujero en el vaso. Y unas aceitunillas, no me seas tacaño, que para lo que cobras, bien te podías estirar un poco más. ¿Qué estábamos diciendo?
¿Recuerdas cuando en España no podías bajar a comprar el pan sin que te ocuparan la casa? Qué tiempos. Yo tuve que poner una alarma para evitar que se me colaran mientras bajaba a comprar cebollas, que siempre se me olvidan para hacer el sofrito. Menos mal que luego el virus se llevó por delante a todos los ocupas, espera, que va con 'k', se dice okupas, que no te enteras. Y eso que la inflación ha pacificado Ucrania, o al menos la ha sacado de los titulares. A ver si los políticos arreglan el mundo, que me han subido la tortilla de camarones en el bar de abajo a precios insostenibles. ¿Pero de qué íbamos hablando?
Ah, sí, hablábamos de lo de la prima de riesgo; y de las pensiones; y de la subida de tipos y del maldito euríbor, vaya tela con el euríbor. Se me va a poner la hipoteca por las nubes, menos mal que al niño le han dado la beca y nos vamos a ahorrar un dinerito, porque los precios de las matrículas universitarias se han disparado. Pero eso no es nada, que ayer la suegra se puso mala y estuvimos seis horas hasta que nos atendieron en urgencias. Oye, y lo de Melilla ya está arreglado, ¿no? ¿Sabes si sigue navegando el Open Arms? Yo a este bar no vuelvo. Las patatas están rancias. ¿Qué te iba diciendo?
Bueno, a ver si llega el mundial de Catar, que el fútbol une mucho. Oye, ¿y no estaba el emérito por allí? No, calla, que está en Abu Dabi. ¿Ves? Si es que al final lo olvido todo. Qué cabeza la mía.
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